miércoles, 20 de julio de 2011

Odio...te


Odio.

Odio todas y cada una de las veces que te apareces en mis sueños. En las que el viento arremolina tu pelo.

Odio.

Odio el momento en el que te conocí y el instante en el que no te puedo olvidar. Odio desde la primera la palabra de tu nombre hasta la última de mi apellido.

Odio el que mi mente te recuerde, el no poder sacarte de mis pensamientos, que tu risa siga reflejada en mi sonrisa, tu alegría y tu tristeza.

Odio la forma en la que has dejado que se erosione todo, los momentos en que con la sangre fresca de mi muerte aun presente tú ya estés buscando sustituto a tus romances. Este juego al que me vi obligado a jugar y que nunca tuve oportunidad de ganar. El haber depositado mi confianza en una persona que ahora me resulta extraña y hace nada era algo más de mí.

Odio la forma en la que juegas con los sentimientos de las personas, en las que el egoísmo prevalece, donde el sentimiento de culpa no existe, donde el cariño es algo de risa y el placer gana o pierde terreno como la marea en la playa.

Pero sin duda lo que más odio es que soy tan idiota que aún tengo esperanzas en poder dejar de odiar.

Simplemente odio…

martes, 12 de julio de 2011

Viaje al alejado exotismo


     
    Al fin las maletas descansaban sobre el suelo de mi hogar. Aun no me hago a la idea de todo lo que acabo de vivir. Las experiencias se arremolinan en mi mente sin orden alguna, como gente corriendo al comienzo de una tormenta de verano. Porque al fin y al cabo son recuerdos de risa, alegría, prisas, descoordinación y en menor medida…de temor.


     Todo empezó un sábado como cualquier otro, pero no, este tenía algo distinto, nada más abrir los ojos lo primero que mi mirada fue a encontrar fue el paquete que con tanto cariño llevaba preparando, lo que me recordó que ese día iba a ser distinto a todos los vividos.

     Llegue, como me suele pasar casi siempre, con el tiempo justo para coger el avión en el que iban mis sueños y mis temores a lo desconocido. Un viaje que a pesar de llevarme al otro lado del mundo se me hizo incluso ridículo en el tiempo, no sé si por el nerviosismo que iba creciendo en mi o por caer presa del sueño tras coger el segundo avión.

     La sensación cuando salí del aeropuerto no la puedo describir con palabras, habría que estar allí para poder sentirlo como lo sentí, fue como transportarse a otro mundo…los colores, el olor, el sentir que vivía en otro tiempo pasado…fue algo difícil acostumbrarse a aquello. Pero la humildad de la gente, el alegro color de los vestidos de las chicas, el montón de pequeños y no tan pequeños jardines y zonas verdes repartidas por toda Delhi, los edificios rojo turquesa que me hipnotizaban al atardecer cuando se tornaban en un fuego como mágico, el blanco involuto del Taj Mahal reflejado sobre el estanque que asemejaba la perla más brillante que haya visto nunca…una serie de emociones e impresiones que se me hacen tan difícil de explicar pero que me erizan la piel con tan solo evocar aquellos recuerdos.

     Por suerte la gente que me pude encontrar hizo de mi estancia aquí algo mucha más placentero, aunque era una locura encontrar mis lugares de destino, toda persona se interesaba a ayudarme al verme perdido, cargando la enorme mochila y con un mapa imposible de descifrar en la mano. Supongo que se debe a que era una antigua colonia inglesa, pero su inglés era casi perfecto. Más de uno de nosotros debería viajar y ver como un país que creemos menos desarrollado es mucho más culto y amable que el nuestro. Deberíamos de mirar menos nuestro ombligo y alejar un poco más la vista y olvidar nuestros prejuicios.
El miedo inicial que sentía al principio apenas duro un par de días, es verdad eso que dicen que nada es como lo pintan…

    Con el paso del tiempo y disfrutando del turismo y acostumbrarme al ir y el venir de coches, motos, bicis, monos… pude desarrollar mi principal labor, la cual consistía en ayudar en diversas ONG’s a lo largo del norte de este maravilloso y exótico país.

    Esa experiencia de poder ayudar a gente que vive en unas condiciones que no se merecen me hizo ser más humano, me abrió la mente en lo que pensaba a la igualdad. Tuve la oportunidad de trabajar junto a mujeres viudas, las cuales por diversas leyes arcaicas, tuvieron que fundar una ciudad propia en la que valerse por sí mismas. También pude ayudar en lugares como Nepal o Calcuta.

    Pero aun estando apoyando todo el rato posible en Ong’s el viaje de una ciudad a otra o alguna escapada que me permitía de vez en cuando me dieron la oportunidad de disfrutar de rincones escondidos del mundo, andar por los extensos campos de té casi virgenes, probar el famoso te de Darjeelin, ver antiguas ruinas del esplendor de tiempos pasados, lugares de culto como el monumento a Gandhi…

   En verdad fue una experiencia única en la vida, os animo a olvidar vuestros miedos infundados, os embutéis vuestras mochilas al hombro, giréis la bola del mundo que tengáis más cerca y viajar donde vuestro dedo al azar os marque…

lunes, 4 de julio de 2011

Rompiendo realidades establecidas


        Alguien que conocí, escribió que abandonamos nuestros sueños por miedo a poder fracasar, o peor aún…por miedo a poder triunfar.

       Pero ¿qué ocurre cuando dejamos de lado ese miedo interno y nos arriesgamos, nos aventuramos en la posible realización de los sueños?
La historia de cómo un solo hombre puede demostrar que el espíritu de superación va más allá de los valores establecidos, que si algo es así…no tiene por qué ser ni justo ni valido. El sentimiento de superación unido al de la lucha contra la hipocresía y el mal establecido desencadena una serie de acontecimientos que suelen deparar en una mejora…aunque esta tarde tiempo en reflejarse en nuestras vidas.

       Corrían los últimos días de la década de los 60’s, década de apertura, de cambios, de renovaciones…pero también de vuelta a la más y dura hipocresía de la raza humana. Época en la que se juntaron la guerra de Vietnam y el movimiento hippie, la fuerte segregación racial en Estados Unidos y el Mayo del 68…

     En ese mismo año ocurrió un acontecimiento tan enigmático como necesario. Todo ocurrió durante los juegos Olímpicos en México. Un hasta ahora desconocido Tommie Smith, realizaba la increíble marca de 19’83s en los 200m lisos, algo hasta entonces impensable, y que él con su peculiar y altiva forma de correr logro.

      Pero Tommie Smith era algo más que un corredor extraordinario…era el 7 hijo de una familia de 12, una familia oprimida por las deudas, los malos jornales pagados a las personas de color y al continuo acoso en el que se encontraban tan solo por el color de su piel. Pero esto no decayó en su particular forma de ser, al contrario, le ánimo, le dio esperanza de superación y de lucha.

       Durante la entrega de medallas Tommie Smith junto a su compañero John Carlos, también estadounidense de color, levanto el puño en alto, un puño recogido dentro de un guante de color negro, en señal del “Black Power” y agacho la cabeza, como apesadumbrado y humillado por tener que vivir en un país donde por ser distinto eres inferior.

     Lejos de honrarle por tal marca y acto, a él y a John los expulsaron inmediatamente del comité olímpico, recibieron duras críticas en su país natal y durante muchos años recibieron todo tipo de amenazas.
Pero aun así su espíritu nunca decayó, y tras mucho trabajo lo que comenzó como un sueño termino siendo realidad…la palabra superación estaba escrita en su corazón…

    En estos tiempos que corren, más de uno deberíamos seguir el ejemplo de este singular maestro, y luchar contra el estado impuesto, que se autodenomina adecuado…pero que convence a tan poca gente…
Por la lucha de nuestros sueños, por Tom, por ti…por tu futuro… ¡lucha!