Siempre fui partidario de marcar mi camino con migas de pan,
hasta el último momento no caí en la cuenta de que la lluvia deshace y borra el
rastro que me permitía volver al inicio de mi aventura.
3:20 Llenan la calle perlas de incandescentes gotas de lluvia,
iluminadas sobre la oscuridad del asfalto por la incidencia de algún farol
lejano, que apenas logra iluminar una pequeña porción de la avenida.
En ciertos momentos veo mi vida como el lento deambular de
los siervos a Baco un sábado de madrugada. Dando tumbos de aquí a allá con un
destino no prefijado, un camino que se recorre sin ponerle mucho entusiasmo,
pues sabes que al fin y al cabo alguna piedra siempre entorpecerá tu camino.
A veces esas piedras tienen nombre propio, sonrisa y cuerpo
presente, otras, las menos, son creaciones de nuestra propia mente, que juegan
con nuestro subconsciente por ver quien introduce en el menor tiempo posible la
mas extravagantes y negras ideas en nuestro interior.
Sobre nosotros cae la hercúlea tarea de aprender a discernir
entre los alborotados resquicios del pensamiento que ideas son infundadas y
cuales no tienen solución alguna.
El tiempo, llamado vulgar y malamente madurez, pues los años
no son sinónimo de un avanzado desarrollo de nuestro órgano mas vital, nos
enseña a descubrir los destellos de luz entre la noche.
3:56 La idea de un tiempo remoto me aturde, la sensación de
que el tiempo no es una medida física, si no mas bien flexible y que connota
mas que un simple conjunto de números que avanza a una velocidad estándar, si
no… ¿como explicar que en ciertas situaciones el tiempo parece detenerse o
recrearse en su aletargante y lento paso y otras en cambio parece cruzarse en
nuestras vidas tan fugaz como el paso de un cometa frente a nuestros ojos?
El tiempo, ese maldito tirano que controla nuestras vidas
con mano de hierro, que no nos permite
borrar nuestras equivocaciones, mas nos atormenta con ellas tras el avance incesante
de nuestra vida, permitiendo caer una y otra vez en la misma y mísera equivocación
que a esta situación nos traslada…
El tiempo, valiente hijo de puta, sé que no eres el culpable
de mis tormentos de avanzada noche, pero siempre fue mas fácil echar la culpa a
la nada en lugar de afrontar la realidad.
Apenas quedan unas caladas de este malsano vicio, apenas el
tiempo me ha dejado disfrutar de un momento de paz…con estos atolondrados
pensamientos recorriendo de arriba abajo mi ajetreada mente lanzo al vacío de
la noche el cigarro, para que los destellos de este al chocar contra el húmedo asfalto
se unan a los destellos desprendidos de lluvia a la luz de aquel farol, con la
aferrada idea de que esos pequeños destellos consigan iluminar mi camino entre
tanta oscuridad.
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